Como nunca en la historia de Chile los objetivos del conjunto de la Banca han estado exclusivamente determinados por los más altos niveles de rentabilidad y utilidades, en lugar de un sistema financiero al servicio del trabajo y el desarrollo nacional. Si algún sector no se ha visto afectado significativamente por la crisis económica en curso, es precisamente, la Banca que opera en Chile.
Cuando todos los analistas estiman que el crecimiento del país hacia fines de 2009 será uno de los más bajos de los gobiernos de la Concertación (de alrededor de un 1,5 %, según el Banco Central, a un -1,6 % según la OCDE), las principales instituciones bancarias han rentado, entre enero y junio de 2009, de más a menos, un 28,06 % sobre capital y reservas el Grupo Santander España; un 20,06 % el Banco de Chile; y un 15,6 % el BBVA. Ello, a costa de destrucción de empleo (aproximadamente 10 mil empleados cesantes, lo que corresponde a un 20 % del total de empleados del área durante el último año), intensificación de la explotación sobre los trabajadores, polifuncionalidad de los empleados, intentos de extensión de jornadas laborales hasta los fines de semana y sistemáticas prácticas antisindicales.
Pero la característica más dramática de un Banca antisocial donde priman únicamente sus intereses corporativos sobre los intereses nacionales, se encuentra en la tardanza premeditada de la baja sustantiva de tasas del Banco Central a los créditos ofrecidos a los usuarios, sean naturales o empresarios.
Es así que mientras el Banco Central –que fija las políticas monetarias y el control de la inflación- ha establecido la tasa actual en un 0,5 %; los bancos, de acuerdo a las tasas de interés informadas han establecido: Banco Santander Chile, mínima 8,88% y máxima 51,12 %; el Banco de Chile, mínima 8,88 % y máxima 51,12%; y el BBVA, mínima, 8,4 % y máxima 51,12 %.
De acuerdo a un informe evacuado por el Banco Central sobre el estado del crédito durante el segundo trimestre de 2009, el instituto emisor indica que “El 10% neto de las instituciones encuestadas señala que los estándares de aprobación se han vuelto más restrictivos para el conjunto de grandes empresas, mientras un 16% neto indica mayores restricciones a pequeñas y medianas empresas. Producto de lo anterior, han aumentado los requerimientos de garantías, así como los spreads (diferencia entre las tasas de colocación que cobra el banco y la de captación que paga éste a los ahorrantes) .”
Sobre argumentos esgrimidos por Hernán Somerville, Presidente de la Asociación de Bancos, y los hechos irrefutables, es posible observar cómo han aumentado las restricciones a los créditos en general, bajo el argumento del riesgo que comportaría prestar en tiempos de crisis. Al respecto, hasta el gobierno de la Concertación , a través de sus autoridades económicas han criticado sostenidamente a superar las infames inequidades sociales existentes en Chile.
Sobre las cifras antes referidas, la Confederación de Sindicatos Bancarios de Chile –única multisindical del sector- denuncia ante la opinión pública la verdadera “colusión bancaria” en materia de intereses y restricciones del crédito de la industria de la venta de dinero que opera en Chile contra las demandas urgentes de los actores económicos del país para superar el desempleo creciente y la recesión económica que golpea, en especial a los trabajadores, en la actualidad. La “colusión bancaria” revela una Banca cuyos intereses corporativos y de sus grandes accionistas (mayoritariamente extranjeros) resultan antagónicos a los intereses de las mayorías nacionales. Hoy estamos frente a una banca que renta ingentes recursos a costa de cesantía y fundados sobre la especulación y no el desarrollo y prosperidad de Chile.