Tres días antes del término del año 2014, la presidenta Michele Bachelet, quiso dejar en marcha parlamentaria la reforma laboral comprometida en su programa electoral. Y aunque, ya se ha escuchado por los medios de comunicación masivos algunos de los aspectos que comprende la reforma, curiosamente, solo se menciona la oposición de los empresarios a las propuestas de cambio, dejando inferir por la ciudadanía que ésta contaría con el respaldo de todos los trabajadores, no mencionando las manifestaciones públicas de rechazo que diversas organizaciones sindicales de todo el país han realizado en forma pública en el último tiempo, entre las que se encuentra la Confederación Bancaria, entidad que, tras participar en varios encuentros con esa cartera para conocer la propuesta ministerial, manifestó su total rechazo al proyecto de reforma, entregando una carta dirigida a la ministra donde se detallan las objeciones y las verdaderas necesidades que tienen los trabajadores. Cabe destacar que a la entrega de la misiva, acudieron más de 50 dirigentes sindicales del sector financiero.
Sobre estos reparos y propuesta conversamos con Luis Mesina, secretario general de la Confederación Bancaria, quien además lidera una coordinación sindical a nivel nacional que está empecinada en terminar con las AFP y reemplazarlas por un sistema previsional de reparto solidario. En esta posición logra obtener una percepción más amplia de lo que se está discutiendo a nivel nacional dentro del ámbito sindical.
¿En primer lugar, qué piensa de la reacción de los empresarios frente a esta reforma?
“En realidad los empresarios están sobre reaccionando a una propuesta que es inocua para sus intereses, ya que modifica aspectos que son insustanciales para sus grandes objetivos, creo que lo hacen para mantener los privilegios que desde el año 1979 en adelante vienen teniendo con esta estructura jurídica. Ya lo han dicho varios expertos en la materia: aquí no hay aspectos sustantivos que se vayan a tocar, son modificaciones que no transforman estructuralmente la normativa ni los principios que hay detrás de la actual legislación laboral. En consecuencia, esta reforma va a ser similar o parecida a la reforma que la propia presidenta Bachelet instaló a través de la Ley 20.123, que vino a legitimar esta forma de explotación extrema que es la subcontratación sin limitaciones y la apertura a las empresas suministradoras de trabajadores, que es una forma brutal de explotación con salarios miserables, con jornadas extremas, sin ningún tipo de garantía laborales”.
¿Esta reforma no repara en nada estas medidas?
“No, porque esta reforma se ha centrado fundamentalmente en dos aspectos: uno el tema del reemplazo en la huelga y el otro, la titularidad sindical, que son dos aspectos importantes que tienen que ver con la negociación colectiva. En el tema de la eliminación del reemplazo de los trabajadores en huelga, la propuesta del gobierno es garantizar ciertos ‘servicios mínimos’ durante la huelga. Es decir, cambia los rompe huelgas externos por internos, esto es un “engendro espurio” de la Nueva Mayoría. Por más de 30 años se ha venido insistiendo en la necesidad de acabar con esta figura que está solamente en la legislación chilena. Lo más grave además es que institucionaliza una práctica que está reñida con el derecho comparado internacional porque van a ser los sindicatos los que estarán obligados a designar trabajadores para que cumplan esos ‘servicios mínimos’. Y respecto a la titularidad sindical no esta clara en la normativa, porque se habla mucho pero no se dice claramente si el proceso de negociación colectiva sólo va a descansar en el sujeto colectivo de derecho o se va a permitir otros arreglos con sujetos que no son sindicato”.
“Hay que desregular la Negociación Colectiva, de tal manera que ésta descanse en la soberanía de la gente”
El proyecto establece que los grupos negociadores se mantendrán en las empresas donde no exista el sindicato.
“Los grupos negociadores debieran eliminarse en forma inmediata. La negociación colectiva sólo la puede hacer un sindicato. En los tratados internacionales son los sindicatos los llamados a representar colectivamente a los trabajadores. Si los trabajadores quieren negociar individualmente que lo hagan a títulos personal, esa es una libertad que está siempre presente en la relación capital trabajo, pero en la negociación colectiva debe involucrar a los trabajadores que están en el sindicato y reconocer a éste como la única institución portadora de derecho”. Sin embargo en empresas pequeñas, hay ciertos derechos inalienables, irrenunciables que sólo un sindicato puede garantizar que sean garantizados para los trabajadores. Aquí donde se hace necesario abordar la negociación por áreas o sectores económicos, de manera que pueda garantizársele a una persona esos derechos fundamentales, si una empresa no puede cumplir con eso, es lamentable, pero, así no puede funcionar, no es posible aceptar, con la lógica de mantener el empleo, éste se haga a cualquier precio, es decir, vulnerando aspectos esenciales de los derechos laborales. En ese caso, es mejor que algunas empresas dejen de existir si son incapaces de cumplir con los derechos fundamentales de los trabajadores”.
Se plantea en el proyecto que la empresas deberán pedir autorización al sindicato para extender los beneficios ganados en una negociación colectiva a los demás trabajadores no sindicalizados ¿Esta medida beneficiaría a los sindicatos?
“Eso es relativo porque en la práctica bastaría con un par de modificaciones a las estructura para seguir extendiendo estos beneficios. Aquí lo que hay que hacer es no intentar regular por la vía de los efectos sino por la causa, y la causa fundamental es que existe una normativa extremadamente rigurosa para la negociación colectiva. Aquí debería haber dos o tres artículos breves y que la negociación colectiva radique única y exclusivamente en la organización sindical y en la empresa, que sean ellos los que libremente definan los plazos y los ritmos de la negociación colectiva y la huelga como instrumento último, como expresión de la imposibilidad de llegar a un acuerdo. Ésta debiera permitir, por ejemplo, que la huelga sea una facultad privativa de los trabajadores, que se declare soberanamente por los trabajadores organizados y durará lo que tenga que durar, no tiene porqué estar sometida a plazos. La exagerada normativa es la que ha hecho daño en estos casos. Lo que hay que eliminar para que haya mayor simetría, es que no pueden extenderse tanto los plazos, la negociación colectiva debería darse mínimo cada un año y máximo cada dos. Hoy se da mínimo cada dos años y máximo cada cuatro y en cuatro años pasan muchas cosas, a los trabajadores se le deterioran año tras año sus condiciones económicas”.
¿Terminar con la negociación colectiva normada debiera estar en el proyecto?
“Eso es lo más importante, hay que desregular toda la Negociación Colectiva, de tal manera que esta descanse en la soberanía de los trabajadores, no tanta maniataduras, no tanto ministro de fe, no tanto tutelaje del Estado.”
¿Y en el caso de que haya más de un sindicato en una empresa?
“Que los trabajadores elijan al sindicato más representativo, es la única manera de acabar con la fragmentación, que además es motivada por la propia legislación actual”.
Se habla que la sindicalización automática seria un avance para los trabajadores, ¿qué piensa de eso?
“Como Confederación Bancaria siempre hemos estado en contra de la sindicalización automática, es atentatoria a la libertad sindical, pero además, yo creo que hay que resguardar ese derecho de las personas. Si una persona no quiere estar en el sindicato que no esté, pero lo que no parece legítimo es que no queriendo estar en el sindicato después goce, use y usufructúe de los beneficios que lograron los trabajadores de manera colectiva. Nada debe extendérseles a los trabajadores que no están en el sindicato. Por eso que no debería estar ni siquiera contemplado en el ordenamiento esta propuesta de que sobre la base de la venia de los dirigentes se pueda extender los beneficios de la negociación colectiva, esa es una forma de corrupción de los sindicatos. Lo que se logró en la negociación colectiva es sólo para los que participaron porque corren riesgos, exponen su fuente de trabajo. El que no está en un sindicato que no goce de nada, pero no puede haber obligatoriedad. Los sindicatos son la expresión concreta de que sociedad está organizada en intereses de clases: los empresarios tienen su clase claramente resguardada en instituciones y los trabajadores también tienen que dotarse como clase de una organización legítima, de una herramienta que es el sindicato. Por tanto no puede ser el Estado que tutelarmente nos venga a decir como organizarnos”.
¿Qué piensa de terminar con el artículo que permite el despido por necesidad de la empresa?
“El articulo 161 en Chile no es más que el desahucio disfrazado porque el empleador puede recurrir a ello tantas veces como lo estime conveniente. De hecho, según datos de la propia dirección del trabajo solo el 15% de los contratos de trabajo termina por esa causal, es decir, en Chile sólo se le paga a un trabajador y medio de 10 la indemnización por termino de contrato porque los empleadores pueden recurrir a miles de formulas que están contempladas en el ordenamiento jurídico. Esta ley se hizo en el famoso Decreto Ley 2.200, 2.756, 2.758 de José Piñera el ‘79 justamente para dotar al empresariado de una cantidad impresionando de flexibilidad que se fue profundizando con los gobiernos de la Concertación, ya nombré la ley de Bachelet; la Ley 19.759 de Ricardo Lagos que permitió aumentar la polifuncionalidad, es decir, liberó de exigir una especificidad en el Contrato de Trabajo, por lo tanto es mucho más complejo.
El art. 161 debiera terminar y no permitirle a los empleadores despedir sin la imputación de una causa fundada. Debiera haber mayor estabilidad en el empleo, que se establezca mayor garantía en el empleo. Restituirle al trabajo el rango constitucional de derecho fundamental, ponerlo con clara primacía sobre el derecho a propiedad. En consecuencia, despedir debiera ser una tarea tremendamente difícil para el empresariado. Ahí debiera estar la mayor concentración de normativas, en impedir que el despido sea un abuso”.
El artículo 22 para el sistema financiero tiene enorme importancia y no se toca en la reforma.
“Esta es otra norma que es abusiva que esta reforma no aborda concretamente. El artículo 22, en el fondo, es poner en los contratos de los trabajadores que no tienen fiscalización de superior inmediata, eso estaba previsto para los vendedores y agentes de ventas, pero ha proliferado en el sistema financiero de manera brutal. Tenemos más de un 30% de trabajadores bajo este artículo y son sujetos y objetos de permanente explotación”.
Respecto a la CUT, ¿qué opina de que aparezca casi patrocinando proyecto que está presentando el gobierno?
“Yo creo que hay un sentimiento generalizado en el país de que la CUT ha jugado el papel más triste del movimiento sindical en los últimos 100 años. El papel más triste lo está jugando su actual presidenta con su séquito de funcionarios -porque dirigentes sindicales genuinos no hay ahí-, de obsecuencia total frente al gobierno. Este año han habido una cantidad impresionando de huelgas, y algunas muy extensas, el caso de AFP Habitat, de Cruz Verde, de Scotiabank, de Walmart, huelgas con sindicatos numerosas que uno podía haber supuesto que iban a triunfar y sin embargo fueron derrotadas. ¿Y por qué? porque hay aquí una concertación de parte de los empresariados y cuentan con la institucionalidad de la norma que conspira contra los trabajadores porque permite el descuelgue, permite los rompehuelgas… En estos casos, la CUT ha jugado un papel muy triste, porque un reflejo mínimo era unificar estos conflictos con el objeto de potenciarlos, pero jamás la CUT ha hecho esto, muy por el contrario, ha tenido una actitud obsecuente. La expresión más clara de su poca independencia y autonomía se dio con la suscripción del salario mínimo. A Piñera se le pedía 250 mil o más y según su propuesta el salario mínimo habría llegado a los 260 mil el próximo año. Bárbara Figueroa cuando le tocó negociar con Piñera dijo que era imposible aceptar un sueldo mínimo inferior a 250 mil pesos, pero con este gobierno, aceptó en representación de los trabajadores un salario mínimo que es vergonzoso. Esa es la expresión más clara de la obsecuencia y de la falta de independencia del movimiento sindical que hipoteca la libertad de los trabajadores y posterga la posibilidad de mejorar sus condiciones económicas, por lo tanto, hay mucha desconfianza.
Los sindicatos de verdad están peleando, con errores y desaciertos pero están peleando, el caso reciente de Scotiabank, de Líder, de Cruz Verde, etc. Las únicas huelgas que han tenido éxito son las que se han hecho al margen de la institucionalidad jurídica, como es el caso de los trabajadores portuarios y subcontratistas del cobre, por lo tanto los trabajadores tenemos que aprender de esas experiencias”.
¿Y cómo ve el rol que juega la CUT como representante de los trabajadores en esta reforma?
“Es la misma actitud que tuvieron con la AFP estatal, inicialmente la apoyaron, luego se dieron cuenta que la mayoría de los sindicatos estaban contra la AFP estatal y cambiaron el discurso, pero es sólo eso, oportunismo, porque en el fondo estarán dispuestos a apoyar todo lo que planteé el gobierno, pues no entienden la importancia de la independencia, de hecho no han hecho nada por impedir que el proyecto siga adelante. Lo mismo con la reforma laboral, en el discurso plantean que están en contra de esto y de lo otro, pero las señales son otras: se ve que la presidenta de la CUT tiene muy buenas relaciones con la ministra del trabajo, también con la CPC y la ASIMET, lo que, además, es un problema estético”.
No espera mucho de esta reforma entonces…
“Nosotros esperamos muy poco. Los puntos centrales, lo que los trabajadores estamos planteando desde hace más de 30 años no están planteados en esta propuesta y ya tenemos la trágica experiencia del 2006, cuando la presidenta Bachelet hizo reformas que significó legalizar una forma encubierta de esclavitud asalariada como es el subcontrato. No esperamos mucho de esta reforma, porque los empresarios siguen teniendo la sartén por el mango y cuentan además, lamentablemente, con una actitud de la CUT como mediador. Si queremos una reforma laboral de verdad los trabajadores deberemos seguir organizándonos y luchando con mayor independencia”.