A cinco años del estallido social, la Confederación de Sindicatos Bancarios y del Sistema Financiero, reivindica la legítima rebelión popular iniciada el 18 de octubre de 2019 en todo Chile contra décadas de abusos, corrupción y desigualdad.
Hace cinco años, la indolencia de las autoridades que cargaron sobre los exiguos salarios de las y los trabajadores nuevas alzas en el transporte público, recomendando de paso levantarse más temprano para ahorrar, fueron la gota que rebalsó el vaso para un pueblo agobiado por tanto abuso. “No son 30 pesos, son 30 años” fue la consigna que resumió el malestar que se fue concentrando en la gente por la mantención de un modelo levantado bajo dictadura que privatizó todos los derechos sociales, convirtiendo en jugosos negocios la vida de las personas en todas sus etapas: la educación, la salud, la vivienda, las pensiones. Modelo que, lejos de ser desmantelado por los gobiernos “democráticos” que le siguieron, fue perfeccionado en el afán de extremar el lucro con las necesidades de las personas.
En Chile todo se paga con cargo al salario de las y los trabajadores, con sueldos extremadamente bajos en relación a las gigantescas utilidades que obtienen los dueños del capital, tanto nacional como extranjero.
Como Confederación contribuimos a la demanda ciudadana surgida en la primavera del 2019. Fuimos activos y propositivos en todo el proceso. Impulsamos y participamos en la Huelga General del 12 de noviembre de 2019, que hizo temblar a la clase política y económica, ofreciendo por ello, la posibilidad de cambio constitucional para frenar el movimiento.
Elaboramos propuestas para la Convención Constitucional, recuperar los derechos del trabajo y la libertad sindical, así como instaurar una seguridad social pública y solidaria, fueron puntos cruciales para nuestra organización.
Estuvimos con el movimiento social en cada etapa. Pensamos que había llegado la hora de los cambios en favor de las mayorías, pero hubo errores, el principal, el perder de vista a la reacción, y ésta nunca se quedó estática, trabajó soterrada e intensamente por revertir la amenaza a sus privilegios.
A cinco años del estallido, las demandas que lo detonaron siguen más vigentes que nunca; continúa el traspaso obsceno de platas públicas al negocio de la educación y salud privada, el salvataje a las isapres y el reciente escándalo en la Universidad San Sebastián lo demuestra. Y quienes ostentaban el poder en ese entonces, aparecen hoy envueltos en la maraña de corrupción y negocios ilícitos que ha dejado al descubierto el caso Hermosilla. Andrés Chadwick y el difunto Piñera salen insistentemente a la palestra vinculados a múltiples casos de corrupción.
Como trabajadores, reivindicamos el derecho a la protesta. Los que dijeron que “no lo vieron venir” cimentaron la reacción popular con décadas de injusticias. El propio Piñera dijo estar “en guerra con un enemigo muy poderoso” y desató una represión sin precedente que dejó según el INDH, un total de 3.777 víctimas, 3 mil 581 personas (94,8%) sufrieron algún tipo de lesión física, 33 personas fallecieron en el contexto del estallido y 194 víctimas mujeres denunciaron hechos de violencia sexual.
Saludamos el 18 de octubre como el día en que se inicio el principio del fin del modelo dejado como herencia por la dictadura y que tanto daño sigue haciendo a la clase trabajadora.
A nivel histórico, algunos procesos son largos y sin duda, este no ha terminado.
Confederación de Sindicatos Bancarios y del Sistema Financiero