Santiago, 18 de enero 2011
Señor
Hernán Somerville Senn.
Presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras
Presente
Estimado Señor:
Desde que comenzaron a percibirse los efectos de la crisis económica mundial en el país, a partir de 2008, la banca viene aumentando sostenidamente las ganancias. ¿Cómo fueron y cómo son posibles las enormes utilidades, cuando otros sectores de la población y muchas empresas todavía no se sobreponen de esta situación?. Mientras la banca en Chile obtiene sobre ganancias aumenta el número de trabajadores que precarizan su empleo.
El aumento del consumo interno ha dinamizado la economía; sin embargo, éste no se ha basado en un incremento de los salarios, muy por el contrario, este fenómeno se explica porque, cada día más gente toma préstamos para cancelar deudas y así aumentan sus niveles de endeudamiento, con los nocivos efectos que ello provoca.
Desde hace años hemos denunciado la colusión en materia de tasas de interés que afectan a los trabajadores y a las pymes. Incluso los propios trabajadores (también clientes) de esta industria son objeto de estos abusos y nos parece indigno constatar la aplicación de fórmulas orientadas a maximizar la ganancia, arriesgando el futuro del sistema financiero y del empleo bancario.
Hoy, la política de las “ventas atadas” que condicionan los créditos a la toma de otros productos, como seguros, líneas de crédito, cuentas corrientes, tarjetas de crédito, etc., incrementan el precio del dinero, provocando con total legitimidad un cuestionamiento de la sociedad chilena hacia este sector económico.
Somos concientes de que son los clientes y usuarios los que mantienen la industria y nuestros puestos de trabajo, y que para garantizar la sustentabilidad en el tiempo de esta industria es necesario ofrecer un servicio de excelencia, honesto y transparente, con precios e intereses razonables, al servicio y desarrollo del país; acabar asimismo con las condiciones abusivas del crédito a los estudiantes y las prácticas dañinas de captura de clientes jóvenes para evitar caer en el sobreendeudamiento antes del término de sus estudios. Se requiere una banca con indiscutible responsabilidad social.
Chile es uno de los países con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza del mundo y la banca es fiel reflejo de ello. Sólo los altos ejecutivos son partícipes de los resultados logrados por todos los trabajadores. Permanentemente insistimos en que se incrementen nuestros salarios y se nos haga participar de las utilidades, lo que contribuiría a un reparto equitativo del crecimiento económico y posibilitaría una mejor calidad de vida de los trabajadores y sus familias. Esta sostenida injusticia ha creado un ascendente malestar entre los funcionarios del sistema financiero, pues no se trata solamente de bajos salarios y ausencia de participación en las utilidades; sino que además, un tercio de los empleados trabajan jornadas de más de 60 horas semanales sin recibir la correspondiente remuneración, por efecto de la aplicación unilateral en los bancos del artículo 22 del Código del Trabajo que se ha convertido en una práctica de dudosa legitimidad y que le ha permitido a la industria bancaria apropiarse de una riqueza que no les pertenece y que debe ser restituida cuanto antes a sus verdaderos dueños, los trabajadores.
Otra parte de las colosales utilidades, se explica por el abuso de “outsourcing’ o subcontratación y se ha hecho frecuente que gran parte de las actividades del negocio bancario sea realizada al interior de los bancos por trabajadores de empresas subcontratistas, con salarios miserables y sin beneficios. Esto es, que labores propias e históricas del giro financiero, que están en los mismos orígenes y sentido de la industria del sector, hoy sean externalizadas, con la subsecuente precarización del empleo.
Somos los trabajadores quienes con nuestra capacidad, dedicación e inteligencia, hacemos posible la alta rentabilidad. Contrario a eso, los mecanismos para intentar mejorar las remuneraciones, como la meritocracia, no funcionan y existe una gran frustración al respecto, toda vez que, inverso a los resultados, los trabajadores son mal evaluados y como contrapartida a estos abusos, hay gerentes que reciben bonificaciones sobre los 700 millones de pesos. Los trabajadores bancarios, en cambio, recibimos un verdadero insulto cuando se nos negó un bono bicentenario que los sindicatos solicitamos. El secretismo de estas remuneraciones gigantescas, en un país donde el 70% de sus habitantes vive con menos de $180 mil pesos, nos parece una falta de transparencia, que sencillamente bordea lo inmoral. Especialmente si se considera que las casas matrices situadas en el extranjero dan a conocer públicamente las remuneraciones de sus altos ejecutivos.
Finalmente, insistimos en que la banca adeuda a miles de trabajadores afectos al artículo 22 del Código del Trabajo millonarias sumas de dinero, para lo cual proponemos una mesa de trabajo y así buscar los medios más pertinentes para saldarla. No podemos permanecer indiferentes ante una práctica cuyos propietarios y altos ejecutivos validan, aún sabiendo que es inmoral.
Atentamente.
Directorio Nacional Confederación de Sindicatos Bancarios y Afines de Chile