(Opinión) En defensa de la Democracia en Brasil


El «Golpe Blanco» en Brasil es la expresión más evidente de que los dueños del dinero, en toda la región, se han dado a la tarea de transformar las débiles democracias conquistadas luego de años de dictaduras, en meras formalidades. Se trata de convertir lo que ellos suelen llamar «estado de derecho», en estados de derecha, es decir, las sociedades puestas al servicio de sus espurios intereses, pasando por encima de los derechos y conquistas del mundo laboral. La ofensiva en Brasil busca acabar con todas las prerrogativas alcanzadas por los trabajadores en las últimas décadas. Busca desregular la economía para ponerla al servicio del libre transito del movimiento de capitales; pretende arrasar con todo el aparato público que en Brasil, a pesar de las privatizaciones aún es significativo. En definitiva, lo que buscan es privatizar todo, como en Chile, la salud, la educación, la previsión, la vivienda, todo, para transformar esos derechos en mercancías, en bienes de consumo. Esa es la tragedia que nos espera si no luchamos. En Argentina, Macri, sin dar un golpe, prepara la ofensiva contra el pueblo. La banderita que utilizan es la corrupción. Que duda cabe que la mayor parte de los gobiernos ha tenido conductas reñidas con la ética; pero no hay que perder de vista que los mayores corruptos, siempre provienen de quienes tienen dinero para corromper y por lógica, estos no son los trabajadores, no son los pobres. Ellos, los corruptos, pretenden darnos lecciones morales cuando han corrompido todo. En Brasil quienes usurparon el poder a Dilma están podridos y son esbirros del capital transnacional, igual como lo es Macri en Argentina y, seguramente también lo son los que intentan acabar con el gobierno en Venezuela. El caso brasileño podríamos entenderlo mejor para Chile, cuando observamos a la UDI y a su presidente hablando de ética, sería como acusar a la presidenta Bachelet, deponerla y en su reemplazo colocar a Orpis o a Longueira. Así de brutal.
Por ello, no hay que quedarse en la apariencia del fenómeno brasileño, el golpe contra Dilma es un golpe y un atentado a la «democracia», sí, a esa democracia débil que conquistamos luchando en los ochenta y que ya no les sirve. No pueden volver a las dictaduras, sería impresentable, entonces recurren a estas nuevas formas de «tiranías blandas». La lección que nos queda es no confiar, debemos mejorar y aumentar nuestra organización, mayor unidad, menos confianza en los gobiernos que hacen todo para facilitar el camino a estos regímenes.
Los chilenos mucho sufrimos con la tiranía y aun no logramos recuperarnos, por eso, no podemos permanecer indolentes ante este atentado. Hay que exigir al gobierno chileno que no reconozca a este gobierno ilegitimo en Brasil, así daremos una señal categórica de que no nos engañan.

Luis Mesina

Secretario General Confederación de Sindicatos Bancarios de Chile.

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